domingo, 4 de agosto de 2013

Una declaración de intenciones.

Pese a que admiro a nuestra entrañable comparsa de Gigantes y Cabezudos y a la pasión de las personas que los bailan y los cuidan con mimo, la natural ambición humana siempre me ha hecho echar de menos nuevos motivos ligados a la identidad complutense que podían engrosar la nómina de gigantes y cabezudos.
Así mismo, a medida que he ido profundizando en esta tradición y gracias a la maravillosa herramienta que es internet y youtube he sabido que hay distintos tipos de desfiles, de acompañamientos musicales, de danzas y coreografías y de agrupaciones giganteras dentro de una misma población.
Como hijo de Alcalá de Henares y apasionado de sus cosas, ha sido inevitable que estas ideas las haya trasladado, en mi imaginación, a la milenaria y singularísima urbe complutense. Y digo singularísima porque Alcalá es ese extraño engendro -con todo el cariño- resultado de una ciudad provinciana que ha ido acumulando historia y patrimonio material e inmaterial y de una población con eminentes características de aluvión, desarraigo y con una notable percepción de "ciudad dormitorio" influenciada por una enorme metrópoli que durante años ha ido despojando a Alcalá de buena parte de su identidad e  instituciones seculares. Como resultado, un organismo urbano que como buenamente ha podido, ha metabolizado lo uno y lo otro y ha dado esta curiosa ciudad, única en el aglomerado metropolitano del centro de España. Así, tenemos una ciudad con cientos de asociaciones (vecinales, culturales, deportivas, musicales, teatrales, peñas, casas regionales y nacionales, religiosas...), con una ecléctica Semana Santa que es uno de los mejores ejemplos para conocer en 7 días todas, o casi todas, las modalidades procesionales de España.
La fuerte identidad de la Ciudad que nos acogió a partir de los años 50 del pasado siglo ha conseguido una peculiar metabolización y adaptación de las identidades regionales de los colectivos que en esas décadas inmigraron.
Y esta capacidad de Alcalá para adaptar la pluralidad e incorporarla a sí misma es la que me lleva a pensar con ilusión y seguridad que en materia gigantera, la sociedad alcalaína puede llegar a engrandecer esta tradición, con los aportes de cada colectivo en plazos y recursos económicos que sean posibles -habida cuenta de la crueldad de la crisis y de cómo está afectando a tanta gente y tantas familias-. Quizá estemos a las puertas de la Fiesta de Interés Turístico Nacional o, quién sabe, Internacional que parece estamos tratando de encontrar.

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